martes, 22 de junio de 2010

JOSÉ SARAMAGO Y LA COMUNICACIÓN

El escritor y poeta José Saramago recientemente fallecido y su esposa Pilar del Rio

¿Para qué sirve la comunicación?

Un gran filósofo español del siglo XIX, Francisco de Goya, más conocido como pintor, escribió un día: "El sueño de la razón engendra monstruos". En el momento en que explotan las tecnologías de la comunicación, podemos preguntarnos si no están engendrando ante nuestros ojos monstruos de un nuevo tipo. Por cierto, estas nuevas tecnologías son ellas mismas fruto de la reflexión, de la razón. Pero ¿se trata de una razón despierta? ¿En el verdadero sentido de la palabra "despierta", es decir atenta, vigilante, crítica, obstinadamente crítica? ¿O de una razón somnolienta, adormecida, que en el momento de inventar, de crear, de imaginar, se descarrila y crea, imagina efectivamente monstruos?

A fines del siglo XIX, cuando el ferrocarril se impuso como un beneficio en materia de comunicación, algunos espíritus apesadumbrados no dudaron en afirmar que esta máquina era terrorífica y que en los túneles la gente moriría asfixiada. Sostenían que a una velocidad superior a 50 kilómetros por hora la sangre saltaría por la nariz y las orejas y que los viajeros morirían en medio de horribles convulsiones. Son los apocalípticos, los pesimistas profesionales. Dudan siempre de los progresos de la razón, que según estos oscurantistas, no puede producir nada bueno. A pesar de que se equivocan en lo esencial, debemos admitir que los progresos suelen ser buenos y malos. Al mismo tiempo.

Internet es una tecnología que en sí no es ni buena ni mala. Sólo el uso que de ella se haga nos guiará para juzgarla. Y por esto es que la razón, hoy más que nunca, no puede dormirse. Si una persona recibiera en su casa, cada día, quinientos periódicos del mundo entero y si esto se supiera, probablemente diríamos que está loca. Y sería cierto. Porque, ¿quién, sino un loco, puede proponerse leer quinientos periódicos por día? Algunos olvidan esta evidencia cuando bullen de satisfacción al anunciarnos que de ahora en más gracias a la revolución digital, podemos recibir quinientos canales de televisión. El feliz abonado a los quinientos canales será inevitablemente presa de una impaciencia febril, que ninguna imagen podrá saciar. Se perderá sin límite de tiempo en el laberinto vertiginoso de un zapping permanente. Consumirá imágenes, pero no se informará.

Se dice a veces que una imagen vale más que mil palabras. Es falso. Las imágenes necesitan muy a menudo de un texto explicativo. Aunque más no sea para hacernos reflexionar sobre el sentido mismo de algunas imágenes, de las cuales la televisión se nutre hasta el paroxismo. Esto pudo constatarse hace unos años, por ejemplo, durante la última etapa del Tour de Francia, cuando en el sprint final de los Campos Elíseos asistimos en directo a la espectacular caída de Abdujaparov. Vimos esta escena como hubiéramos visto, en una calle, una persona embestida por un auto. Con la diferencia de que el auto hubiera embestido a la persona solo una vez. En la televisión, pudimos ver y volver a ver treinta veces la caída accidental de Abdujaparov. Gracias a las miles de nuevas posibilidades de la técnica: con zoom, sin zoom, en picada, en contrapicada, bajo un ángulo, bajo el ángulo opuesto, en travelling, de frente, de perfil... Y también, interminablemente, en cámara lenta.
Con cada repetición, aprendíamos más sobre las circunstancias de la caída. Pero, cada vez, nuestra sensibilidad se mitigaba un poco más. Poco a poco, volvíamos a ver esta caída con la distancia de un cinéfilo que diseca una secuencia de una película de acción. Las repeticiones habían terminado matando nuestra emoción.

Se nos dice que gracias a las nuevas tecnologías, en lo sucesivo alcanzamos las orillas de la comunicación total. La expresión es engañosa, permite creer que la totalidad de los seres humanos del planeta puede ahora comunicarse. Lamentablemente, no es cierto. Apenas el 3% de la población del globo tiene acceso a una computadora; y los que utilizan Internet son aún menos numerosos. La inmensa mayoría de nuestros hermanos humanos ignora incluso la existencia de estas nuevas tecnologías. Hasta ahora no disponen todavía de las conquistas elementales de la vieja revolución industrial: agua potable, electricidad, escuela, hospital, rutas, ferrocarril, heladera, auto, etc. Si no se hace nada, la actual revolución de la información los ignorará de la misma manera.

La información nos vuelve más eruditos o sabios solo si nos acerca a los hombres. Pero con la posibilidad de acceder de lejos a todos los documentos que necesitamos, el riesgo de deshumanización aumenta. Y de ignorancia.
De ahora en más, la llave de la cultura no reside en la experiencia y el saber, sino en la aptitud para buscar información a través de los múltiples canales y depósitos que ofrece Internet. Se puede ignorar al mundo, no saber en qué universo social, económico y político se vive, y disponer de toda la información posible. La comunicación deja así de ser una forma de comunión. ¿Cómo no lamentar el fin de la comunicación real, directa, de persona a persona?
Con obsesión, vemos concretarse el escenario de pesadilla anunciado por la ciencia ficción: cada uno encerrado en su departamento, aislado de todos y de todo, en la soledad más horrible, pero conectado a Internet y en comunicación con todo el planeta. El fin del mundo material, de la experiencia, del contacto concreto, carnal... La disolución de los cuerpos.

Poco a poco, nos sentimos atrapados por la realidad virtual. A pesar de lo que se pretende, es vieja como el mundo, como nuestros sueños. Y nuestros sueños nos han conducido a universos virtuales extraordinarios, fascinantes, a continentes nuevos, desconocidos, donde hemos vivido experiencias excepcionales, aventuras, amores, peligros. Y a veces también pesadillas. Contra los cuales nos previno Goya. Sin que esto signifique que haya que contener la imaginación, la creación y la invención. Porque esto se paga siempre muy caro.

Es más bien una cuestión de ética. ¿Cuál es la ética de los que como Bill Gates y Microsoft, quieren ganar la batalla de las nuevas tecnologías a toda costa, para sacar el máximo provecho personal? ¿Cuál es la ética de los raiders y de los golden boys que especulan en la Bolsa sirviéndose de los avances de las tecnologías de la comunicación para arruinar a los Estados o quebrar cientos de empresas en el mundo? ¿Cuál es la ética de los generales del Pentágono, que aprovechando los progresos de las imágenes programan con más eficacia sus misiles Tomahawk para sembrar la muerte?

Impresionados, intimidados por el discurso modernista y tecnicista, la mayoría de los ciudadanos capitulan. Aceptan adaptarse al nuevo mundo que se nos anuncia como inevitable. Ya no hacen nada para oponerse. Son pasivos, inertes, hasta cómplices. Dan la impresión de haber renunciado. Renunciado a sus derechos y a sus deberes. En particular, su deber de protestar, de sublevarse, de rebelarse. Como si la explotación hubiera desaparecido y la manipulación de los espíritus hubiera sido desterrada. Como si el mundo fuera gobernado por necios y como si de repente la comunicación hubiese devenido un asunto de ángeles.


José Saramago

Premio Nobel de literatura (1998).

domingo, 6 de junio de 2010

FUNCIONES DEL TEXTO 2a. Parte

Robert Louis Stevenson, escritor escocés, autor de la novela narración: La Isla del Tesoro.

4.- Funciones de un texto:

a.- Función emotiva, es la que corresponde al emisor. Cuando un texto literario predomina el “yo” predomina la función emotiva. Normalmente en la lírica la función emotiva es imperante.
b.- Función apelativa es cuando lo que predomina es la llamada al lector.
c.- Función referencial, es lo importante, lo que se dice, los referentes.
d.- Función metalingüística, son las palabras perfectas, lo que predomina es la pureza del código, lo que interesa son las formas del código.
e.- Función Fática, es la relacionada con el canal. Depende mucho del gusto del lector, lo que “llega” y lo que no.
f.- Función creativa o poética, lo que predomina es el mensaje total. Va mucho en relación de lo que el lector entienda como belleza, como sentimiento. Es la más literaria de todas las funciones, la que le da el valor connotativo, las distintas significaciones de un texto.

Los textos pueden ser muy diferentes unos de otros. Es por eso que se hace necesaria una clasificación de los mismos. Ese intento de clasificación no puede ceñirse a un solo criterio, dada la complejidad del objeto, por lo cual aplicaremos diferentes criterios para clasificar cada texto. Veamos algunos de ellos:

1.- Textos orales, cuya sintaxis es menos estructurada, empleando oraciones incompletas y poco uso de la subordinación y de la voz pasiva. Las relaciones entre los enunciados se suelen establecer por subordinación. Se repiten las estructuras sintácticas y es corriente el uso de palabras comodín y de muletillas.

2.- Textos escritos, su sintaxis es más elaborada, abundan los conectores entre oraciones, que estructuran mejor los contenidos. Varían con frecuencia de estructura sintáctica y se tiende a evitar las palabras comodín y no se deben emplear muletillas.

3.- Por su objetivo comunicativo, dependiendo de la finalidad que persiga cada texto, podemos encontrarnos con un tipo diferente, aunque siempre serán los textos híbridos.

4.- Textos informativos, los que aportan datos de algún hecho y fenómeno natural o social, (textos periodísticos, científicos o humanísticos).

5.- Textos prescriptivos, los que ordenan o determinan algo (jurídicos, administrativos, etc.).

6.- Textos persuasivos, los que inducen con razones a creer o a hacer algo (propagandísticos, publicitarios, ensayísticos).

7.- Textos estéticos los que crean un mundo de ficción (literarios: líricos, narrativos o dramáticos.)

8.- Textos expositivos son aquellos que cumplen una función referencial. Su principal objetivo es informar, incluyendo comentarios aclaratorios, incorporando explicaciones y utilizando claves explícitas (títulos, subtítulos, alusiones).

9.- Textos narrativos, son la representación de acontecimientos que se desarrollan en el tiempo y se presentan con un orden lógico y cronológico. En ocasiones, ese orden se altera deliberadamente con finalidad estética.

10.- Textos argumentativos, los que aportan pruebas para intentar convencer de un determinado punto de vista o para afirmar la validez de una opinión. En este texto se busca adhesión del lector a la tesis y para ello se utilizan la sustentación y la demostración.

5.- Enlaces oracionales, son aquellos elementos de diversa estructura gramatical que son de gran ayuda para organizar las ideas de un texto. Es imposible enumerarlos todos, al menos enumeremos los más usados.

a.- Para empezar un tema: El objetivo principal de…., Este texto trata de….., Nos proponemos exponer…., Nos dirigimos a usted para…., El tema que vamos a tratar….., Ante todo…
b.- Para cambiar de tema: Con respecto a…., En cuanto a…., Por lo que se refiere a….., Sobre…., Acerca de…., El siguiente punto trata de…., Otro punto es….., En relación con….,
c.- Para marcar un orden y distinguir: En primer lugar…, En segundo lugar…, Primeramente….., A continuación….., Ante todo…, Además…., Por una parte…., Por otra parte….., Al final…., En último término…., Ahora bien…., No obstante…, En cambio…., Sin embargo….
d.- Para continuar sobre el mismo punto: Además…, Después…, A continuación…., Luego…., Así mismo….., Así pues….., Es decir….,
e.- Para detallar: Por ejemplo…, En particular…, En el caso de…., Como, por ejemplo…., A saber….., Así….,
f.- Para resumir: En resumen…, Brevemente…., Resumiendo…., En pocas palabras…., En conjunto…, Recapitulando….,
g.- Para acabar: En conclusión…., Para finalizar…., Así pues…., Para concluir…., Finalmente…., En definitiva….,

FUNDAMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE TEXTOS 1a. Parte

Gustave Flaubert, escritor francés, autor entre otras obras de Madame Bovary

1.- Definición:

Un texto es el resultado de un acto de comunicación, cuya extensión y carácter dependen de la intención del hablante. Ésta tiene dos direcciones:
Una de carácter COMUNICATIVA, que es la voluntad de transmitir una información y la otra es ELOCUTIVA, que es el deseo que tiene para lograr un determinado efecto.
De igual manera el texto literario presenta un sistema de comunicación muy especial. El proceso Emisor - Receptor también es literario.

El Emisor es quién envía y el Receptor es quién recibe una realidad no lingüística, convirtiéndola en una realidad lingüística, a través de un código, creando un mensaje, que llega al receptor a través de un canal.

2.- Estructura del texto:

El texto presenta una estructura orgánica, es decir, que esta constituido por partes relacionadas, de tal modo que no pueda eliminarse una sin destruir la totalidad. En este orden de ideas, el texto contempla dos partes: el ENUNCIADO y el PÁRRAFO. No se puede desconocer que otros textos, se podrán descomponer en otras unidades tales como: capítulos, escenas, cuadros, pero no es un hecho general.
El ENUNCIADO, es una secuencia finita de palabras determinada por silencios muy marcados.

El PÁRRAFO es una unidad de significado, porque desarrolla una idea completa y distinta de las de los demás párrafos. Además es también una unidad visual porque los párrafos se separan entre sí mediante los signos de puntuación. Así mismo el párrafo en la comunicación oral viene determinado por un amplio descenso de la entonación seguido de una pausa. El contenido de un párrafo se organiza de la siguiente manera:

Núcleo obligatorio, que es el que está compuesto por un centro o idea clave y por unos elementos opcionales, que sirven para fijar las circunstancias de la idea central.

Elementos marginales, que son los encargados de desarrollar la idea central.
Las funciones que puede desempeñar el párrafo, dentro del texto general pueden centrarse en tres:

1.- La introducción a la totalidad del texto o presentación de una nueva idea.
2.- Transición entre dos partes del texto, esto es: se recoge lo tratado y se anuncia aquello de lo que se va a tratar.
3.- Conclusión, que puede estar referida al texto completo o a una parte de él.
El texto no es sólo una sumatoria de oraciones o párrafos, sino que además contiene un carácter comunicativo e interactivo, puesto que posee una estructura y cumple una función específica.

El texto tiene unas características:

1.- Es comunicativo en el sentido de que es un producto lingüístico, que tiene como función comunicar ideas, sentimientos y significados en general.

2.- Es interactivo, porque se produce en un marco o contexto social para conseguir un efecto.

3.- Posee una estructura, porque articula forma y contenidos de manera organizada y lógica, utilizando para ello las relaciones morfosintácticas y los criterios semánticos de la lengua.

4.- Cumple una función que parte de la intención comunicativa o propósito con el cual se produce.

5.- La coherencia, está relacionada con los elementos del texto y su propia organización interna. Esto tiene que ver con la estructura profunda del texto, en su aspecto global e integral, que determina su significación.

La coherencia entonces tiene que ver con el entramado o tejido textual, conformado por la articulación de elementos globales e integrales, de aspectos explícitos e implícitos y la manifestación de la secuencialidad, la estructura semántica y pragmática de texto, además de su organización interna. Para conseguir la coherencia textual existen una serie de mecanismos, entrte los cuales está:

1.- El tema, que es aquello de lo que se habla o escribe y a lo que se deben subordinar todos y cada uno de los enunciados del texto.

2.- Las presuposiciones, que son las informaciones que el emisor del texto supone que conoce el receptor. Es esencial para que un texto sea coherente para el receptor que el emisor haya acertado en sus presuposiciones.

3.- Las implicaciones, tratan de las informaciones adicionales, contenidas en un enunciado. Un enunciado del tipo “cierra la puerta”, contiene, al menos tres implicaciones: hay una puerta, la puerta está abierta y el receptor está en condiciones de cerrarla.

4.- El conocimiento del mundo está referido a la percepción que el emisor tenga de su propio mundo y de esto depende la coherencia del texto. Por ejemplo: “los pájaros visitan al psiquiatra”, contradice nuestro conocimiento de la realidad.

3.- Cohesión:

La cohesión es una realización lingüística determinada por la relación entre los elementos de un texto. Dicha relación se basa en el manejo de reglas que rigen la ordenación y dependencia sintáctica y semántica de los elementos textuales. Se trata pues, del manejo de propiedades sintácticas y léxico-semánticas, en la estructura superficial del texto. Como en el caso de la coherencia, existen una serie de mecanismos que dotan de esta cohesión a los textos, entre los cuales están:

1.- La referencia que es el mecanismo de alusión a algún elemento mencionado en el texto o a algún elemento de la situación comunicativa. Habrá dos tipos de referencia:

a.- Referencia situacional, es la que remite algunos elementos a otro elemento, de la situación comunicativa que no está citado en el enunciado: por ej: Quiero eso (señalando un objeto allí presente).

b.- Referencia textual, es la que algunos elementos aluden a algo ya enunciado con anterioridad (la anáfora) o que se enunciará con posterioridad, (la catáfora).

2.- La deixis, es un mecanismo lingüístico que señala quién (deixis personal), donde (deixis espacial) y cuándo (deixis temporal). Los deícticos tienen un significado ocasional que dependerá de cada texto concreto (el deíctico “allí”, puede indicar cualquier lugar). Las herramientas más frecuentes para realizar las deixis son:

a.- Deixis personal: pronombres personales y posesivos.
b.- Deixis espacial: demostrativos y adverbios de lugar.
c.- Deixis temporal: adverbios de tiempo.

3.- La sustitución, que es el reemplazo de un elemento por otro: Juan dibujó una casa. Por ej: Pedro dibujó lo mismo.
4.- La elipsis, que es la omisión de un elemento del enunciado, al poder sobreentenderse. Por ej: Juan dibujo un avión y Pedro, una lancha.
5.- La isotopía, que es la repetición de unidades lingüísticas relacionadas entre sí por su forma o su significado. Puede ser de tres tipos:

a.- Gramatical, que consiste en la repetición de elementos de la misma categoría gramatical (sustantivos, adjetivos, etc.).
b.- Semántica y léxica, que consiste en la acumulación de palabras que pertenecen a un mismo campo semántico, o bien en la repetición de la misma palabra o de sinónimos.
c.- La fónica, que se refiere a la repetición de sonidos.

5.- Conectores, son las palabras o expresiones que expresan ciertos significados que presuponen la presencia de otros elementos en el texto. Como conectores pueden funcionar las conjunciones, los adverbios o las locuciones adverbiales o conjuntivas. Estos conectores pueden expresar:

a.- Adición (y, también, además).
b.- Restricción (pero, sin embargo).
c.- Objeción (aunque).
d.- Temporalidad (entonces, luego).
e.- Causa (así, así pues, por eso).
f.- Consecuencia (por tanto, por consiguiente, luego).
g.- Alternativa (por otro lado, más bien).
h.- Orden (primeramente, finalmente).
i.- Especificación (por ej: esto es, es decir).