jueves, 29 de agosto de 2013

LUTHER KING, UN MARTIR DE LA JUSTICIA Y LA IGUALDAD


Luther King, el Gandhi afroamericano que hace 50 años 'tuvo un sueño'

La fuerza de su oratoria despertó la conciencia de todo un país.

La fuerza de su oratoria despertó la conciencia de un país. Se cumple medio siglo de su discurso.

La década de 1960 fue un tiempo de grandes transformaciones. Fue una época de sueños hechos realidad, como la llegada del hombre a la Luna, de utopías juveniles como el mayo francés o la primavera de Praga, pero también de pesadillas como el apartheid, la amenaza nuclear y la crisis de los misiles. Fue la década en que surgieron los hippies y el amor libre, la conciencia ecológica y la música de The Beatles, mientras la televisión se convertía en el medio de masas de la aldea global. En este escenario, se produjo esa extraordinaria cruzada a favor de los derechos civiles de los afroamericanos liderados por un pastor baptista que proclamaba la no violencia, y hablaba de sueños y tierras prometidas.

Martin Luther King (1929-1968) era en cierto modo un predestinado. Había nacido en Atlanta, Georgia, en el interior de una familia cristiana, y estuvo desde muy niño imbuido del espíritu religioso de esa iglesia negra sureña, de cánticos y sermones encendidos; sin embargo, también vivió en carne propia la maquinaria de la discriminación en la sociedad de Estados Unidos, donde el mundo había sido partido en dos, entre blancos y negros, entre privilegiados y excluidos.

En 1954, se hizo cargo de una iglesia baptista en Montgomery, Alabama, y ahí inició su prédica por los derechos civiles. Se puso a la cabeza de miles de afroamericanos que boicotearon el sistema de buses de la ciudad debido a un incidente que marcó un antes y un después en la lucha por la igualdad: el arresto de una mujer negra, Rosa Parks, quien se negó a ceder su asiento a un hombre blanco en el autobús, tal como lo mandaba la ley. Durante 382 días, hombres, mujeres y niños afroamericanos caminaron por las calles sin subir al transporte municipal, hasta que la ley segregacionista fue abolida, un triunfo que no estuvo exento de acciones represivas y de atentados contra la casa de Luther King y otros líderes de la resistencia.

A diferencia de personajes como Malcolm X o grupos como las Panteras Negras, que proponían la violencia, el ojo por ojo, como única respuesta a la discriminación, Luther King empleó otro tipo de fuerza: la resistencia pacífica. Y lo hizo siguiendo el modelo de Mahatma Gandhi: “Fue la figura que lo inspiró”, dice Mbare Ngom, profesor de la Universidad de Morgan, en Baltimore (Estados Unidos), quien el lunes pasado dio una charla sobre Luther King en el ICPNA de Miraflores, como parte de las actividades del Mes de la Historia Afroamericana. “Él supo estar ahí y galvanizar toda esa energía, toda esa cólera, llevándola por otro territorio, el de la no violencia. Esto jugó a su favor”, afirma el académico. “El país se horrorizó cuando vio cómo unos ciudadanos desarmados que solo querían marchar de una ciudad a otra eran golpeados por la policía con una fuerza desproporcionada, perseguidos con gases lacrimógenos y perros”.

“Todo esto despertó a mucha gente que no quería ver el problema de la segregación racial”, agrega Ngom. Un papel trascendental jugó la emergente televisión de los sesenta, que llevó las terribles imágenes a todos los hogares de la clase media estadounidense.

Para 1963, después de numerosos arrestos, atentados y asesinatos contra ciudadanos afroamericanos por parte de la policía y organizaciones extremistas, ya existía plena conciencia en amplios sectores de la sociedad y la política de Estados Unidos de que la discriminación racial debía llegar a su fin.

Fue entonces cuando Luther King encabezó la gran marcha por el trabajo y la libertad a Washington. En las afueras del Capitolio, ante 250 mil personas venidas de distintos estados, pronunció su célebre discurso “Tengo un sueño”. “Era un orfebre de la palabra. Su sueño significaba igualdad, inclusión y eliminación de la pobreza. Él quería ver al hijo del antiguo esclavo y al hijo del antiguo dueño de esclavos sentados juntos en la misma mesa de la hermandad”, afirma Mbare Ngom.

En 1964 le dieron el Premio Nobel de la Paz, pero nunca dejó de ser ese sencillo pastor baptista, hogareño y sensible a los problemas de su comunidad: “Era una persona generosa”.

“El día que lo asesinaron, cuando fue a apoyar a los trabajadores que recogían la basura en Memphis, no tenía que estar ahí, pues estaba enfermo y le habían recomendado quedarse en cama, pero cuando le dijeron que había personas que querían oírlo, se levantó y fue a verlas”, relata Ngom.

Como una premonición, le había dicho a la multitud en el Mason Temple: “He visto la tierra prometida, pero es posible que no llegue ahí con ustedes”.
Horas después, el 4 de abril de 1968, fue asesinado por un francotirador de un disparo en la cabeza. Tenía solo 39 años.

¿Conspiración?

Se ha escrito mucho sobre la muerte de Luther King, sobre si el autor confeso, James Earl Ray, fue el verdadero autor del disparo o si existía detrás una conspiración.

El profesor Ngom señala: “Al principio, hubo sospechas de que el FBI era parte de la conspiración, porque Ray primero confesó y más tarde se desdijo. Hasta ahora no se sabe si fue el acto de un individuo o de alguien que actuaba como parte de una conspiración. A mí no me sorprendería ninguna de las dos posibilidades”.

King por poco no incluye la frase ‘Tengo un sueño’

Clarence Jones estaba a 15 metros de su jefe, Martin Luther King Jr., en un día soleado de 1963 cuando King pronunció el discurso que cambiaría para siempre las relaciones raciales en Estados Unidos. Hoy, 50 años después, Jones recuerda que las palabras “tengo un sueño”, no estaban en el texto que King preparó y comenzó a leer ese día. De repente, King recuperó una frase que había usado antes con poco impacto, según Jones, abogado, confidente y escritor de discursos de King. El discurso fue pronunciado ante 250.000 personas que acudieron a Washington D.C. en una marcha a favor de los derechos civiles, en un momento en que era ilegal que negros y blancos se casaran en muchos estados, y unos meses después de que manifestantes en Alabama fueron atacados con perros de la policía y mangueras de incendios.

Jones contó que los primeros siete párrafos los leyó tal cómo él los escribió y “todo lo que dijo después fue espontáneo”.

Una pieza retórica de poderosos efectos

Uno de los más bellos discursos de la historia lo pronunció aquel líder integracionista negro que desde las gradas del Lincoln Memorial sacudió los cimientos de una nación. Era el 28 de agosto de 1963 y más de 250 mil personas se habían congregado para escuchar las palabras de Martin Luther King. La potente voz de King rugió desde las bases del monumento de Abraham Lincoln: “Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la Emancipación. Este trascendental decreto significó un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia”.

Procuró dar consolación a los asistentes: “Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde, en su búsqueda de libertad, han sido golpeados por la tormenta de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policial”.

La pieza oratoria no hizo concesiones al agotamiento: “Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país”.

No podría ser sino un discurso de reconciliación: “Hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio”.

Luego dijo a toda voz: “Hoy les digo a ustedes que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño americano”.

Se refería al sueño de la libertad y de las oportunidades, aquel que Thomas Jefferson plasmó en la Declaración de Independencia.

De allí la frase de King: “Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales”.

Desgarra, asimismo, el giro que toca en torno al futuro de sus hijos: “Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad. ¡Hoy tengo un sueño!”.

JORGE PAREDES LAOS Y RAÚL MENDOZA
Suplemento El Dominical
EL COMERCIO (Perú) GDA

*Con información de REUTERS

sábado, 17 de agosto de 2013

UNA LUCHADORA POR LA IGUALDAD DE GÉNERO



Emily Davison bajo el caballo real

Esta mujer ha sido catalogada como heroína y mártir, pero también como resentida y terrorista por sus métodos extremos para conseguir el voto femenino en Inglaterra. El centenario de su muerte vuelve a dar visibilidad a la batalla por la igualdad de género.

Emily Davison obtuvo excelentes calificaciones en Oxford, pero solo los hombres podían recibir diplomas.

Si algo caracteriza al Derby de Epsom en Inglaterra, la carrera de caballos más famosa del mundo, es su elegancia y estilo. No en vano cada año todos los asistentes se ponen sus mejores atuendos y las damas deslumbran con innovadores sombreros que causan sensación entre los camarógrafos. 

Sin embargo, en 1913 Emily Wilding Davison fue a la carrera y el evento se torno trágico cuando el caballo del  entonces rey Jorge V le pasó por encima a toda velocidad y las lesiones y fracturas que sufrió acabaron con su vida.

No se trató de un simple accidente, sino del máximo sacrificio de una activista que luchaba por el derecho al voto femenino a principios del siglo XX con un grupo de feministas conocidas como las suffragettes, lo que le mereció que unos la tildaran de loca y terrorista. Aún así, los más sensatos reconocieron el valor de sus acciones. 

Por eso hoy, cuando se acaban de cumplir 100 años de su muerte, muchos la recuerdan como una heroína y la siguen viendo como una inspiración para continuar con la batalla por hacer valer los derechos de las mujeres.

Davison no siempre se dedicó a promover  la igualdad de género. Durante la mayor parte de su vida adulta, la londinense nacida en 1872 se dedicó a la academia. Estudió Inglés en la Universidad de Oxford, todo un logro considerando que hasta hacía relativamente poco el plantel no admitía mujeres en sus aulas. 

Pero el reconocimiento seguía siendo insuficiente y como los títulos profesionales continuaban reservados para los hombres, a pesar de que ella obtuvo las mejores calificaciones y todos los honores que concedía la institución, no recibió un diploma al final. Tal vez eso despertó su pasión por empoderar a las mujeres, pues los movimientos feministas ya se hacían sentir en las universidades europeas.

Pero la joven tardaría unos años más antes de compenetrarse con el activismo. Tras su paso por Oxford fue profesora en colegios durante años y en 1906 se afilió al Sindicato Social y Político de Mujeres (WSPU por sus siglas en inglés). 

Allí conoció a Emmeline Pankhurst, fundadora del movimiento, y a otras reconocidas feministas cuyas ideas la influyeron rápidamente, especialmente las relacionadas con el derecho de las mujeres a votar. Su compromiso con las suffragettes fue tal que, tres años después de ingresar, la profesora renunció a su trabajo y se dedicó exclusivamente a promocionar la causa. 

“Emily entendió que había que ser determinado, muy organizado y enfocarse en una sola cosa para que la campaña tuviera éxito. Por eso atrajo tanto a mujeres como a hombres al movimiento y logró darle tanta visibilidad”, dijo a SEMANA Diane Atkinson, reconocida historiadora británica que ha escrito ampliamente sobre las suffragettes. 

En efecto, Davison se tomó muy en serio el lema de WSPU –“Hechos, no palabras”– y recurrió a los métodos más extremos para publicitar la causa. Por ejemplo, una vez atacó a un hombre que confundió con el ministro de Hacienda de la época y en otra ocasión le lanzó piedras al carruaje en que este se desplazaba. También prendió fuego e hizo explotar bombas en un par de edificios vacíos como señal de protesta.

En la medida en que Davison se tornaba más radical, Pankhurst y sus seguidoras se distanciaron de ella, pues no querían que las asociaran con la mujer que en la época tildaron de loca, amargada y terrorista. Esas prácticas, por supuesto, metieron a la activista en muchos problemas. No solo la encarcelaron varias veces, sino que en la prisión fue torturada. En respuesta, ella inició una huelga de hambre, pero los guardias la sometieron a alimentación forzada, lo que le causó traumas que no superaría jamás. Ese trato generó una conciencia de lucha más extrema que se reflejó en sus escritos y acciones. 

“Sus apuntes hablan constantemente de sacrificio y de dar la vida por la causa. De hecho, cuando estaba en la cárcel se lanzó de un balcón”, dijo a esta revista Lucy Fisher, autora de La suffragette que murió por los derechos de la mujer, una biografía de Davison. Atkinson coincide con ella, por lo que llama a la feminista “la primera kamikaze del Reino Unido, pues escribía sobre el martirio y planeaba sus acciones de manera casi ritual”.

Esa puede ser la razón por la que Davison tuvo el valor de lanzarse a la pista en el Derby de Epsom de 1913. Además, que la hubiera arrollado el caballo del rey fue aún más significativo. Los historiadores todavía no se ponen de acuerdo en si la mujer realmente quería morir o si fue un accidente y solo buscaba interrumpir la carrera. Pero lo cierto es que su muerte, capturada en video, le dio mucha más visibilidad a la batalla por el voto femenino que finalmente se aprobó en 1918 para las mayores de 30 años y luego se ajustó a 21. 

Desde entonces, las mujeres alrededor del mundo han ganado más espacios, pero aún falta mucho camino por recorrer. Por eso el ejemplo de determinación de la suffragette todavía inspira a miles que luchan por ver el día en que no tengan que sacrificarse para hacer valer sus derechos. 

Tomado de la Revista Arcadia.